10 julio, 2008

Pero

Ay, ayer el paro en la celda dorada si se manifestó, no como en Lima que por lo que vi en la tele (por fin ayer tuve tiempo de verla), las cosas fueron casi casi normal nomás.
El día comenzó con todo el personal empleado saliendo sin uniforme a tomar desayuno, para ver como era la cosa. No paso mucho tiempo en enterarnos que unos madrugadores supervisores de campo estaban ya en el bus al otro lado de la reja que separa el campamento de la obra; y que luego de que ellos se hubiesen subido al bus, los huelguistas habían tapado el acceso entre el campamento y la obra. Conclusión: estaban atrapados en la obra sin poder regresar.
Después de presenciar como el jefe de obra tuvo que salir en una camioneta a rescatarlos, yo y mis patas nos dispusimos a pichangear (jugar futbol). Luego, en pleno partido de fulbito se nos acerco uno de los presos mas sobones de nuestro carcelero jefe de obra a decir que los empleados podíamos subir a trabajar a la oficina, fuiiiiiraaaaaaa!
Como el molestoso jefe se puso a llamar a todos y cada uno de nosotros de forma individual a nuestros teléfonos, decidimos agarrarlo en mancha y con pelota en mano. Después de muchas vueltas se llevo a sus elegidos (llámese esclavos) a la celda de penitencia para que avancen sus trabajos forzados.
Luego del gimnasio, fulbito, baño y el recuerdo de los dos goles que metí, me eche a dormir a la espera de otro día más de chamba.
Ahora si, acá viene el pero del paro: Me va a hacer quedarme a trabajar el Domingo!!!